“El club de los 27”: Robert Johnson, Brian Jones, Jimmi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain y Amy Winehouse |
Problemáticos estilos de vida, excesos, talento
desbordante, genialidad, cuasi poetas malditos: ése es el Club de los 27. Bien es sabido que eminencias musicales tales como
Hendrix, Joplin, Morrison, Winehouse, Cobain, pertenecen a tal séquito y que
obedecieron a la ya famosa regla del “vive rápido, muere joven”, cuestión que
les ha proporcionado ese estatus de leyenda
que hoy portan en cada una de sus composiciones.
Mucho se ha hablado, así mismo, del misterio detrás del
27 como un número de cambio, múltiplo del 9, que es un parte aguas para
“cambiar el rumbo”, para construir un nuevo horizonte; el 9 es un número de
transición. Nadie dijo de qué tipo, así que asumimos que es de la vida a la muerte que termina en inmortalidad.
Formada bajo principios musicales estrictos (debido a que
sus estudios universitarios, mismos que dejó al tercer año) , adepta al rock de
la vieja escuela , Natasha Negovanlis, famosa por su rol protagónico en la
serie web Carmilla, forjó, hace ya tiempo, la letra de un par de demos que, en días pasados, lanzó a
través de la página BandCamp.
Aunque los demos de VANLIS (nombre que la actriz
canadiense dio a su banda) salieron hace poco tiempo, estos ya han sido sujetos
de múltiples covers en youtube, y mucho se ha hablado sobre las influencias que
Negovanlis remarca en su música.
Natasha Negovanlis (Carmilla Karnstein) en la serie, y fundadora de VANLIS |
Puesto que sé poco (o nada) respecto a la composición
musical que hay detrás de la pieza 27,puedo
hablar con mayor soltura acerca de la letra, cuyos pilares básicos gritan la
influencia rockera que, como dije con anterioridad, forjan la inspiración de
Negovanlis.
We used to stay up so late
Drinking in bed, listening to Morrison
Jimi was there, with all his friends
Watching you fill me up with sin
Al abrir con ese “solíamos”, se deja en claro que, los
eventos son cosa ya ocurrida, algún pasado que se extraña con cierta nostalgia,
un pasado que remite a un estilo de vida más o menos holgado y que, he de
decir, está algo “jodido” y, de una buena vez, nos lanza a las costumbres de
ese club antes mencionado: “beber”, escuchando a Morrison (un tributo a uno de
los caídos), quien estaba con todos sus
amigos, claro, en presencia musical (el resto del club, al que hace alusión
más adelante con Kurt Cobain y tal vez allí se incluyen Janis Joplin, Hendrix,
Winehouse, todo un séquito rockero que habla de las influencias de Natasha); estar
en la cama, hasta tarde, escuchando toda esa música y llenándome de pecado… Id est: bebida, cama, hasta tarde… Sexo, sexo, sexo.
De izquierda a derecha: Brian Jones, Jim Morrison y Jimi Hendrix |
And when we kissed, I never noticed
How much you look like Cobain
Did you feel his pain?
Seguimos con los verbos en pasado, “Nos besábamos”, verso
que se conecta con el anterior (del pecado, vaya), y donde hay una suerte de
anagnórisis: la acción del placer, esa soltura, parece tornarse en un dolor de
parte del narrador, pues se ha dado cuenta de que luce cual Kurt Cobain, el
desaparecido vocalista de la banda grunge Nirvana,
quien se suicidó a los 27 años de edad (Y posiblemente el destino estaba por
cambiar, se dio cuenta de que su destino se estaba trazando de una forma
similar).
We were so much younger then
Reaching for the heavens
We were so much younger then
You were 27
We were so much younger then
Reaching for the heavens
Wrapped up in ourselves
“Éramos mucho más jóvenes entonces, y queríamos alcanzar
el cielo (…) tú tenías 27”. Sigue la reiteración de ese pasado que trae una y
otra vez en su recuerdo, dado que el verso “Éramos mucho más jóvenes entonces”
aparece cerca de seis veces, recalcando que buscaban el cielo, véase como un
sueño, véase como la gloria (pensando
que en el club de los 27 hay músicos, y se quiera perseguir ese sueño de
inmortalizarse, de ser famosos, de estar arriba),
mas, al recordarnos la idea de lo
celestial, se alude también qué tan rápido se puede pasar del placer cuasi celestial hacia lo infernal,
Kurt Donald Cobain, vocalista de la desaparecida banda “Nirvana”. |
(…)
We were so much younger then
Somewhere we fell
…o cómo en cuanto se aspira al cielo, es tan sencillo
caer en un agujero obscuro y no tener el control del aterrizaje. Así, el morir se hace más accesible.
(…)
And when they roamed, you followed
Into the pit, you made me sick
But you dragged me in, into your dark
Now I can’t go back
We’ve gone too far
Esta especie de vuelo en la que ambos, tanto el narrador
como el narratario (quien parece ser el causante de todos los sueños y demonios
de quien cuenta la historia), al parecer termina muy mal; termina,
precisamente, con la realización de que el sueño termina y la pesadilla
comienza. Si uno cayó, lo más seguro es que el otro caiga también. Si uno
enferma, el otro se enferma, y esa enfermada arrastra a ambos al carajo; esa caída es inevitable, y no
hay manera de retomar el camino: el narrador ha llegado muy lejos.
Now I am 27
Reaching for the heavens
I am 27
Making bad decisions
I am 27
Reaching for the heavens
And raising a little hell
El tiempo del “entonces éramos mucho más jóvenes”
concluye. La construcción verbal con aspectos imperfectivos crea un sentido, ya
que el narrador no alude a cosas tales como “nos besamos”, “bebimos” (o sea,
acciones que hayan terminado en un momento dado y que ya no ocurren ni
ocurrirán). Desde el inicio de su relato, se entiende que eran acciones de un nosotros, pero ello no implica que el yo no las siga llevando a cabo (en el
ahora, está tomando malas decisiones,
puede que las mismas que tomó el narratario y mismas que lo llevaron a su
propio fin, dado que antaño ese otro tenía 27, y ahora el narrador tiene 27).
Es inevitable tratar de alcanzar esa inmortalidad (el
cielo del que tanto habla, o bien puede ser que busca su propia destrucción,
apuntando alto, o bien, como mencioné antes, que en verdad busque la gloria
musical); el narratario lo encaminó, motivo por el que el narrador sigue sobre
ese mismo camino (buscando el cielo),
aunque, ¿Cuánto le cuesta alcanzar el cielo, si el narrador mismo está criando,
en ese viaje, un infierno?
So take this piece of my heart
And bring it back to the start
Oh it makes me sad, now the music’s gone
But just like Freddy, the good die young
Natasha, una copa de vino y un gato. |
El corazón, principio vital. El corazón, primordial para
bombear la sangre, el responsable del ritmo, de la música que nos mueve, puesto
que cada que lo tocamos, nos sabemos vivos; ése, seguramente, necesita latir ahora que la música se ha ido y hay que
regresar al inicio, donde (el corazón) latía, donde había una canción, cuando
había vida. Pero… pero ese narratario, tal
como Freddy (Mercury) era bueno y, los
buenos mueren jóvenes. Por ende, el narrador no puede hacer mucho y ya no
pueden hacer mucho por él/ella. Sólo ése alguien del pasado era capaz de
recuperar todo cuanto se disipó… No obstante, ya no está.
So I’ll drink this wine in my house
Bring the glass up to my mouth
Oh I’ll kiss you hard with stained lips
And just be glad that we exist
El acto pasado, efectivamente, se rememora: beber (de
nueva cuenta), y llevarse el vaso a la boca, para así besar a quien ya no está,
con esos labios manchados. El
recuerdo a través de la propia destrucción, recordar mediante acciones u
objetos en los que ese alguien estaba
presente. Lo sigue besando como solían besarse, alegrándose de que existen… existen, pero no están (o al menos el
narratario ya no está en cuerpo como tal).
So take this piece of my heart
And bring it back to the start
De nueva cuenta, la súplica por la vida, por el ritmo y
la música.
If you live too fast the music’s gone
And 27 is much too
Young
“Vive rápido, muere joven”, ahora que el narrador tiene
27, observa con nostalgia y sabe que, de alguna manera, sigue siendo joven
(pese a que la letra muestra un envejecimiento o desgaste a raíz de toda esa
carga emocional acumulada). Pero la música, la vida, ésa se va cuando vives
rápido… Y así de efímero es nuestro paso por la tierra.
Nothing
Este demo salió la misma noche que el anterior. El título
es bastante desalentador, dado que ya nos predice la temática y el hilo
conductor de los tonos que tomará la canción. Pareciera ser que los estilos de
vida problemáticos son un tópico recurrente dentro de la lírica de Natasha,
quien en Nothing (Nada), tratará el
mismo tema como una contraposición del registro encontrado en 27.
Aunque ambas composiciones se entienden por separado,
considero que en Nothing se puede
apreciar un poco más la voz de Natasha (los diferentes juegos que hace al
momento de cantar I got nothing en
repetidas ocasiones), y si bien la letra de Nothing
parece mucho más austera que la de su primera canción, no por ello está menos
cargada de significado. Sin embargo, y para fines del presente artículo, me
tomé la libertad de hacer un análisis comparado de ambas letras, pues pareciese,
después de varias lecturas, que las letras, pese a tratar el tema con
diferentes puntos de vista, se complementan y crean un todo que está conectado.
Es posible que sea sólo mi percepción, pero retomando
varios puntos de 27, encontraremos
que la lírica de ésta tiende a un tono más o menos obscuro, taciturno, aunque
con aprecio y resignación (id est, el
narrador da por sentado que tiene veintisiete años cumplidos, y está siguiendo
el mismo camino que aquella persona que ya se fue), mientras, que en Nothing, el tono parece ser más claro,
un poco más raudo, menos poético y quizá el reproche se vuelve hosco. Tal vez,
si hubiese una línea temporal que marcara las dos letras, me atrevería a decir
que suceden a la par, aunque Nothing
quedaría un poco más en medio. Más adelante explicaré por qué.
Como se había dicho de forma
anterior, 27 es una remembranza a
alguien que falleció. El narrador parece aceptar su destino umbrío (Ahora tengo 27, tomando malas decisiones),
que tiene demasiado parecido al del narratario, o sea, el difunto en cuestión.
Por otro lado, Nothing toma un aire de reproche
posterior a la cruda anagnórisis: por causa de una persona (de nueva cuenta, el
narratario), el narrador se ha quedado sin Nada
(No tengo nada más para darte).
I got the devil on my breath, and an angel on my back
Telling me no, but the words fall away
For you
And that stupid smile
Biting your lip while I swing my hips
For you
Su respiración es un tanto
diabólica, y entiéndase que todos respiramos a diario, a todas horas, todos los
días, en tanto que, al tener a un ángel en la espalda (donde no puede verlo),
sabe que está allí esa voz de la razón, la voz del bien que le dice que no, aunque, en la presencia
de ese otro que permanece con su estúpida
sonrisa en tanto que mueve las caderas para él y éste se muere el labio, sencillamente pierde la razón, y el ángel en su espalda no
tiene un motivo de ser ante ese demonio reiterado en su respiración.
But I got nothing, I got nothing else to give you
Oh I got nothing, I got nothing left to give you
La constante: No tengo nada más para darte, no me queda
nada más qué darte.
¿Pueden imaginar el grado de
vacío personal que puede haber para que, el narrador diga que sólo tiene sus
caderas para dar a ese alguien más?
The sun is starting to rise, and we're on the kitchen floor
Empties everywhere
I lose my mind for you, and that stupid smile
So unforgiving
I make bad decisions
For you
El sol sale, y nótese el efecto similar a 27, donde, de tan noche que se quedaban despiertos, la luz de un
nuevo día los alcanza, mientras yacen en el piso
de la cocina, con los vacíos en todas partes. Como un complemento de
aquella locura diabólica que el narrador presenta ante el narratario, agrega
que se vuelve loca por él, y aquella
estúpida sonrisa tan implacable (que no perdona, inclemente), que le hace tomar malas decisiones, casi que no
tiene más que rendirse y obedecer ante ese solo gesto. Palabras clave: sumisión
y caer.
Se puede, pues, observar la
comparación con 27:
I am 27, making bad decisions.
y Nothing:
I make bad decisions for you.
En 27, queda esa nostalgia imperial y celestial: reaching for the heavens.
En Nothing, las consecuencias
de apuntar a las estrellas se resienten. Los cielos ya no son una opción: al
anhelar los cielos, se observa el pequeño
infierno que, en 27, quedaba un
tanto más claro. Todo apunta a
la caída:
And then you call me on the phone, and you say you wanna talk
You're in too deep, then you slip and you fall
El narratario, al querer
hablar (al teléfono), ya está muy en el
fondo y, con ello, entiéndase quizá drogas o alcohol… vaya, las
consecuencias directas de aquel legendario club de los 27 años, que ya se
resienten. Por ende, el narratario (quien está al teléfono, llamándole a la
chica), cae.
We were so much younger then
Somewhere we fell
No estoy tan segura si el
paralelismo entre ese caer de 27 y el caer de Nothing se
remitan hacia aquella frase de Pink Floyd
al final de “Hey you”: Together we stand, divided we fall. Si
uno cae, aquí, el narratario, el culpable de que haya vacíos, de que haya Nada, el narrador también cae con él,
creando concordancia con otros versos de 27:
But you dragged me in, into your dark
Now I can’t go back
We’ve gone too far
Él la arrastró hasta la
obscuridad, ambos quedaron en la
obscuridad y sin marcha atrás. Ya
no hay boleto de regreso: todo está vacío, ya no hay NADA ahora que ella también tiene 27 años.
Quizá no hay razón en colocar
a las dos entidades como parte de un proyecto fallido, mas, en todo momento,
las narraciones están hablando de un nosotros
(primera persona del plural), y que eventualmente cayeron y se dividieron,
puesto que el narrador siempre habla desde una suerte de presente solitario,
donde el pasado estaba compuesto por dos personas y, el tiempo y sus
inclemencias separaron los caminos de las dos personas que se afectaron por los
demonios del vacío. Cuando el narrador de 27
pide que lo lleven de regreso al inicio, habla de ese tiempo casi idílico
de las noches sin dormir, de la buena música, donde la vorágine de excesos los
lanzó tan alto que la caída fue fatal. Si vives rápido, la música se acaba… Y
reitero mi pensamiento anterior: la música es vida.
Es posible que muchas de estas cuestiones no hayan sido
pensadas (o no de manera consciente) por la propia Natasha Negovanlis cuando
compuso 27 o Nothing. Es más, es probable que nunca (y quiero decir “nunca de
los nunca”) me siente frente a frente a hablar con ella sobre su proceso de
composición y, considero que nunca sabré si me “volé la barda” al desglosar
todo cuanto forma esta lírica que, junto a un piano constante que nos recuerda
a Ray Manzarek (base y espíritu en la música de The Doors), nos hace saber lo
frágiles que podemos ser, así tengamos 27
o más años apuntando para alcanzar el
cielo y quedándonos con, efectivamente, Nada,
con vacíos por todos lados, tirados en el suelo de la cocina sin más remedio
que vivir un nuevo día. Y la pregunta sería: ¿Para qué?
El presente artículo ha sido elaborado sin fines lucrativos. Los logotipos, composiciones
e imágenes utilizadas aquí son propiedad de sus dueños. Si deseas adquirir una canción
de la banda VANLIS, da click en el ENLACE.
e imágenes utilizadas aquí son propiedad de sus dueños. Si deseas adquirir una canción
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Por ahora, se despide de ustedes su amiga #BadWolf, y no ovides de visitar nuestro blog con análisis, tests y la página de facebook. Allá nos vemos.
Te volaste la barda y también mi mente ¡Excelente análisis! Tampoco creo que Natasha haya escrito las canciones con esa intención, opino que fue un proceso a nivel inconsciente. Y sé que es poco probable pero me encantaría que un día pudieras habla con ella sobre esto y explicarle tu análisis, pagaría por verlo.
ResponderEliminarSi tuviera que hablar con Natasha, daría traspiés a cada momento (primero, la emoción, luego, el nervio de saber qué pensaría del análisis). Es un gusto saber que te gustó el análisis. Saludos :D
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